La minifalda
(Artículo escrito en Cusco, el 1° de marzo de 1963 para ser leído -comentado si fuera el caso- en una radio, pero que no se llegó a entregar a dicha emisora radial)
Señor:
Jorge Zevallos Gonzales
Director del Programa Radial “Don Jaque en el aire”
Ciudad.-
Muy señor mío:
Teófilo Luna A., con Libreta Electoral N° 5078297, residente en esa milenaria ciudad, me dirijo a Ud. para que se digne incluir en el popular espacio radial “Don jaque en el Aire” lo que a continuación me permito opinar.
“INVASIÓN DE LA MINIFALDA”
Creí que las invasiones a la ciudad de parte de tribus aledañas anteriormente y luego las virreinales tapadas eran las únicas que la historia nos refiere recordándonos que aquellas fueron muchas veces causas que de alguna manera cambiaron la forma de vestir. Hoy estamos observando la invasión de la minifalda, que usan las damiselas causando furor en las calles dando lugar a comentarios subidos de tono y se pone ante nuestros ojos como la fruta prohibida que no se puede comer. Pensamos que es algo exagerado que se vean incluso damas que ya estando con las muelas del juicio, exhiban también sus delgadas piernas como si hubieran estado sometidas a una prolongada huelga de hambre a través de una faldilla, bastante muy por encima de las rodillas.
Es de advertir, Señor Don Jaque, que este singular hecho a la gente no la incomoda, moda que el sexo débil, que padece de una especie de Síndrome de Traje, está recibiendo de regalo como correa de trasmisión de las famosas pasarelas y bulevares del Viejo Continente. Pero es innegable que este nuevo tipo de vestimenta a los hombres nos ponen en alerta tal como lo expresa el conocido refrán: “En arca abierta el justo peca”. Como se puede apreciar, dichas minifaldas de toda chica precoz no son sino comparables a la tentación de la serpiente que arrancó la manzana para dársela a Adán, es decir, hacer pecar para luego ser premiado casi de inmediato y ser quemado en el Infierno de por vida.
Por consiguiente, no es nada positivo para la conducta femenina seguir en esta corriente y en ellas está demás insinuar hasta dónde les llegan el par de medias nylon y si les quedan flojas o ajustadas.
En espera de que este artículo tenga merecida acogida, me suscribo de Ud. muy atentamente.
Teófilo Luna A.
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